Cada una de estas tres fotografías, situadas en un lienzo premeditadamente mediterráneo, muestra a la persona del presente, proyectada a través de la memoria alojada en los objetos cotidianos.
Los objetos guardan silencios y cuentan historias, huellas de nuestras vidas. La presencia contenida del color, que pretende contagiarlos, quiere simbolizar la intimidad que procuran, las emociones que evocan, la segunda piel humana que conforman.
VERDE
En silente espera, con el cuerpo vibrante de emoción y distante de tensión, todo me alcanza. La chistera, certeza de lo que ha de venir, complace lo inmediato. El resto, es ahora.
BLANCO
Me deslizo por el tiempo y voy. Almas puras me acompañan, nunca indiferentes. Nada espero, todo confío. Es el tránsito necesario hacia lo eterno.
ROJO
Libre, abierto el libro del valiente recuerdo, dispuesto ya a consagrar el objeto en el altar de la memoria. La sombrilla que no cesa, mejor no escapar a su magia.
En colaboración con mi queridísima Sandra Brunori, con la que comparto inquietudes vitales de cuya reflexión y análisis surgen respuestas expresadas a través de disciplinas artísticas donde la fotografía siempre esta presente.